Ropa de bebe y niños hecha a mano


En este blog podrás ver todas las creaciones que voy realizando en mi taller, donde cuido desde la elección de las telas a los diseños, la confección y los acabados, para ofrecer prendas de alta calidad, ÚNICAS, PRECIOSAS.
Pequeños tesoros que los bebés lucirán y los padres, familiares y amigos admirarán.

TRABAJOS POR ENCARGO. Desde arrullos hasta capotas o faldones de acristianar, pasando por vestiditos y ranitas con sus complementos... Ponte en contacto conmigo a través del formulario de contacto y pedidos.
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viernes, 15 de abril de 2016

Viviendo aprendí a coser.

Hola tod@s, quería escribir un post, para contaros un poco como ha surgido este blog, ya que mucha gente, sobretodo conocida, se asombra de que las cosas que os presento las haga yo misma. Os voy a contar una bonita historia de alguien que, sin saberlo va aprendiendo cosas que al pasar el tiempo "florecen", una historia de costura, de una vida: la mía. Y de cómo después de dedicarme a otras cosas he acabado por  sacar de nuevo esta “vena” costurera. Espero que paséis un buen rato leyéndola.

Yo siempre he sido una niña-mujer, “casera”, así que lo que más me ha gustado es estar o en la casa de  mi madre, una gran mujer, profesional (he pasado muchas horas también debajo de su maquina de escribir o poniendo sellos en todos los papeles que encontraba en su despacho), madre y padre, amiga…, modista (por influjo de su madre) o en “casa” de mi abuela Ana… una gran modista. 


Con el tiempo me he dado cuenta de que la casa de mi abuela no era una casa cualquiera, era, en realidad, un taller y una escuela de costura. Allí siempre había telas preciosas, revistas de patrones, reglas, agujas y alfileres, botones e hilos de todos los colores… Por las tardes venían las “niñas del corte”, se abría la mesa y mi abuela enseñaba y ayudaba a cada alumna a sacar y hacer patrones, cortar, plantear, arreglar y todo lo demás. 


Las risas, las canciones… y la merienda eran fantásticas. Y en todo ese proceso yo estaba allí, mirando, escuchando, “ayudando” (y a veces, estorbando, entre las piernas de las “niñas” buscando alfileres perdidos con un imán o haciendo pelotillas de hilos caídos). Al principio jugando a colocar hilos y botones en cajas, por colores, por formas, por tamaños… hacer figuras con los alfileres, coser botones en retales…, y a medida que me hacía mayor, pasar puntos flojos, hilvanes, sacar patrones, apuntar las medidas…. Coser a maquina…Y fijándome. 
Fijándome sin querer en todo aquel proceso, que para mí era lo normal, lo de todos los días, al fin y al cabo: la vida. Yo no lo veía como un trabajo, sino que aquello era un continuo. Que se acababa la hora del corte (las clases), pues después de cenar, viendo la tele se seguía cosiendo y se enteraba una de todo, de la película y de lo que estaba haciendo… Porque la costura crea adicción, cuando empiezas un proyecto te engancha y quieres terminarlo enseguida, para ver que bonito queda.

Al crecer vas preguntando, ¿como se hace esto? ¿Y porqué así? ¿Me dejas a mi? Te fijas más en los detalles, en las diferencias, en todo… absorbiendo, sin querer; llenándote, sin querer de todo eso que te ha rodeado. Sin embargo, tu no te das cuenta. Sí, cuando ves algo sabes si está o no bien hecho, como hacer tal o cual cosa, pero sin más. Y te vas por otros derroteros, tu vida se encamina hacia metas diferentes, pero la costura siempre está ahí. 

Yo siempre he visto a mi abuela o mi madre con algo en las manos: ahora vamos ha hacer una blusa, una falda un vestido… o un jersey de punto o una tira de ganchillo para rematar unas toallas… (yo ahí me he perdido un poco, lo he de reconocer). Que llegábamos a casa de una prima estando de vacaciones…: ¿por qué no hacemos un pichi para la niña?, o una bata de playa?… pues se abría la mesa, se extendía la tela y allí empezaba la conversación, los chistes, las risas. Por eso debe de ser que para mi coser es reír, es relajarse, es crear, es amor.

Y así, poco a poco, según pasaba la vida, vas aprendiendo algo muy valioso sin darte cuenta, (no solo a coser, sino también: crear, esforzarte, mejorar)… como la mayoría de las cosas valiosas. En paralelo, vas a la escuela, al instituto, a la universidad y te haces una profesional en un campo. Y tu trabajo, como has visto siempre a los que te rodean entregarse, lo tomas como eso, como una entrega. Pero siempre tienes una ventanita abierta. La ventanita de tu vida (no la vida de amigos, juerga, trabajo, estudio… no, a la otra vida: a ti mismo). Un huequito, al que si te asomas, y sabes mirar, ves que sabes más cosas, que puedes hacer más cosas y que quizás esas cosa otras personas las valoren como un trabajo, un buen trabajo. Si además los que te rodean te animan (y te ayudan a crear el blog, por que tu no tienes ni idea de cómo hacerlo) y te dicen: enséñalo, deja que el resto del mundo lo vea (en este caso los vestidito, los arrullos…), al final te creas una nueva ilusión, que sigue yendo en paralelo con tu otra vida. En esta nueva ilusión, mi blog, sigo aprendiendo, y espero que enseñando, en este caso a mi hijo, todos los valores que yo aprendí.
 
Igual que me encantan las librerías, me encantan las tiendas de telas (también este “defecto" por herencia de madre y abuela)… porque cuando veo una tela se me ocurren mil cosas que hacer con ella, pero siempre hay una que destaca sobre las demás y cuando empiezo el proyecto, aunque siempre tengo miedo y a veces tengo que rectificar algún detalle, tengo la gran ilusión de que cuando esté terminado, me satisfaga el resultado y encante a quien me lo ha encargado.

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